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  1. Jim Croce, too young to die

    martes, 22 de octubre de 2013

    En setiembre de 1973, con 30 tiernos años, aunque en las fotos parecía más mayor, murió en un  accidente de avión Un cantautor que algunos, con cierta envidia, califican de pastelón. Injusto, reduccionista e ignorante de una obra personal en una época de clichés  y mensajes mesiánicos.


    Yo lo descubrí gracias a esa mítica tienda de discos pucelana llamada Villalar. Una institución cultural de los 70s en una ciudad que se sacudía a duras penas los  lodos franquistas. Tu ibas a esa tienda y entre montañas de discos había un vendedor, José Ignacio se llamaba, creo, que  en dos o tres visitas ya sabía el tipo de música que te podía ofrecer.  Pero además oíamos mucha música que convertía mis  jóvenes oídos en insaciables esponjas musicales. Nunca le estaré suficientemente agradecido.

    Pues ahí iba yo con mi disco de Jim Croce (año79), de preciosa portada, camino de casa. Cuando lo empecé a escuchar (Bad Leroy Brown era la primera) me atrapó y no me ha soltado. ¡Y que baladas! en fin, una joya prematuramente desaparecida como tantos y tantos.





    Sesenta años desde su muerte y sigue sonando entrañable, fresco  y poseedor de una voz acariciante ypersonalísima. Así son los grandes











  2. Manuel Vicent, Tesoro

    lunes, 14 de octubre de 2013

    Sí,  he estado ausente durante demasiado tiempo. Las jodidas obligaciones profesionales me han quitado un huevo de tiempo y de ideas, pero es hora de volver y, como he hecho en otras ocasiones, para inaugurar la temporada he elegido un texto, en este caso,  del gran MANUEL VICENT que no es la primera vez que aparece en este blog.

     Es tan certero como el otro gran Manuel, Vázquez Montalbán, aunque puede que sea más literario, más poético. Y cuando escribe su columna dominical en EL PAÍS es especialmente interesante. Para muestra la columna publicas el domingo 13 de octubre y titulada  TESORO.

    No he podido resistirme ya que me toca de cerca. Disfrutadlo y difundidlo si queréis, claro.

    Tesoro



    Está amaneciendo. Es la hora de los pájaros. A los colegios e institutos llegan en bandadas niños y chavales cargados con sus mochilas. Ellos no lo saben, pero todos se dirigen a la isla del tesoro. Puede que ignoren dónde está ese mar y en qué consiste la travesía y qué clase de cofre repleto de monedas de oro les espera realmente. El patio del colegio se transforma, de repente, en un ruidoso embarcadero. Desde ese muelle lleno de mochilas cada alumno abordará su aula respectiva, que, si bien no lo parece, se trata de una nave lista para zarpar cada mañana. En el aula hay una pizarra encerada donde el profesor, que es el timonel de esta aventura, trazará todos los días el mapa de esa isla de la fortuna. Ciencias, matemáticas, historia, lengua, geografía: cada asignatura tiene un rumbo distinto y cada rumbo un enigma que habrá que descifrar. La travesía va a ser larga, azarosa, llena de escollos. Muchos de estos niños y chavales tripulantes nunca avistarán las palmeras, unos por escasez de medios, otros por falta de esfuerzo o mala suerte, pero nadie les puede negar el derecho a arribar felizmente a la isla que señalaron los mapas como final de la travesía. Ese mar está infestado de piratas, que tienen su santuario en la caverna del Gobierno. Todas las medidas que un Gobierno adopte contra el derecho de los estudiantes a realizar sus sueños, recortes en la educación, privilegios de clase, fanatismo religioso, serán equivalentes a las acciones brutales de aquellos corsarios que asaltaban las rutas de los navegantes intrépidos, los expoliaban y luego los arrojaban al mar. De aquellos pequeños expedicionarios que embarcaron hacia la isla del tesoro solo los más afortunados llegarán a buen término. Algunos soñarán con cambiar el mundo, otros se conformarán con llevar una vida a ras de la existencia. Cuando recién desembarcados pregunten dónde se halla el cofre del tesoro, el timonel les dirá: estaba ya en la mochila que cargabais al llegar por primera vez al colegio. El tesoro es todo lo que habéis aprendido, los libros que habéis leído, la cultura que hayáis adquirido. Ese tesoro, que lleváis con vosotros, no será detectado por ningún escáner, cruzará libremente todas las aduanas y fronteras, y tampoco ningún pirata os lo podrá nunca arrebatar.