Este post es antiguo (mayo de 2012) pero lo he recuperado porque he vuelto a escuchar a la gran dama rehabilitada por Jeff Tweedy en su disco de 2010 You Are Not Alone y me he acordado de este estupendo documento escrito desde la más rendida admiración
Seguiré
cantando hasta que me muera" (Mavis Staples) Dios te oiga.
Besos
Miguel Angel
El martes asistí a una
lección de música, clase y prestancia. Tuve el privilegio de escuchar y ver a
la inigualable Mavis Staples.
Primero, su compañía, Un
trío de músicos de raza blanca, pero con el espíritu negro de Chicago: El
guitarrista, excelso, se movía como si hubiesen puesto un cable eléctrico en
tal parte. Su guitarra estaba empapada del sudor de los esclavos martirizados
durante siglos. Su nombre, Rick Holmstrom. El bajista, el señor negro de
Reservoir Dogs, hierático y desafiante. El batería: un maduro profesor
universitario con dinamita en las baquetas.
Segundo: El coro:Yvonne
Staples, hermana mayor de Mavis a la que se le notan sus 75 años, la
joven Vicki Randle, poderosa, y un estupendo Donny Gerrard
- un Peter Bogdanovich con algún kilo de más -, estupendo
durante toda la misa y maravilloso en algunos sermones.
Tercero: ¿Y Mavis?
Mostró un repertorio con
bastantes canciones de su excelso último trabajo, "You're Not Alone",
producido por Jeff Tweedy, - grandes el tema que da título al disco y
"Losing You". Y también de discos pasados, tanto los que hizo en
solitario como con su familia en The Staples Singers. Maravillosas fueron
"The Weight" - canción de The Band que se han apropiado-, su clásico
"I'll Take You There", "For What It's Worth" de Stephen
Stills, o "Freedom Highway", el tema que Pops, el papá de Mavis,
compuso con motivo de la marcha por los derechos civiles de 1965, creo.
No tengo palabras para describir
su actuación. Pero voy a buscarlas. Simpática, comprometida, sacerdotisa,
arrebatadora, voz poderosa - a sus 72 años -, gigante en su pequeño cuerpo, el
"Soul" hecho carne y espíritu. Un momento entrañable. A mitad de
concierto Mavis se retiró a un lado del escenario para que los músicos
exhibieran sus subyugantes habilidades. Se sentó en una sillita al lado de su
hermana Yvonne, Y allí estaban las dos, abrigadas con unas mantillas, como dos
abuelitas comentando los cotilleos de sus vecinos a la puerta de su casa en el
pueblo.
La vergüenza: Que sólo se
llenara la mitad del aforo. Ellos se lo pierden. Pero quizás haya ocasión para
que se rediman. Ha prometido volver a Madrid, donde por cierto era la primera
vez que venía, según explicó.
Ahí queda eso
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